27 de diciembre de 2022

Confesión n1

Siempre oí hablar de la maternidad como algo difícil. O las contracciones como algo doloroso.

El problema era, que jamás tuve con qué compararlo. Como cuando los sabores extraños los comparan con el pollo, y así todos se quedan tranquilos. Éste no fue el caso.

La maternidad ha sido un mundo completamente nuevo. Solitario y doloroso.

Mi cuerpo cambió, mis hormonas, mis emociones, mis pensamientos. Mis prioridades.

Éste hombrecito vino a salvarme del olvido, de la soledad constante.

Aún no despierto, pero tengo momentos en que él me desborda de alegría, y me da un propósito. Como cuando lo miro y digo 'no puede ser, en qué estaba antes de él?'

Estaba perdida, abandonada. Con una necesidad eterna de cariño y caricias, aprobación.

Hoy, inmersa en el dolor, intento descubrir cuál es realmente mi propósito en la vida, pero con éste ser pequeño estando conmigo. Él vino a decirme que la vida es mas bonita que solo una ilusión a la familia perfecta según el constructo social.

Porque tenía pánico de pensar en estar sola, en que dejaran de amarme. Y en ese camino, me olvidé de mí. Enfocada en mantener un matrimonio rutinario, sin afecto, monótono, con frases clichés y tipo script de call center.

¿Cuándo comenzó esta cuenta regresiva? ¿Por qué ignoré que todo tiene fecha de caducidad? Ignoramos las veces en que podríamos haberlo conversado. Y se lo dejamos a la vida misma, a pesar de sufrir, a pesar del daño colateral y directo.

Pero aquí está éste ser pequeño, que vino a decirnos que la vida es más bonita, aunque sea separados.

24 de diciembre de 2022

Sin mirar atrás

2017

No quiero que la soledad me atrape.
¿Dónde guardo todos los recuerdos y promesas?
Ya no queda espacio para seguir recordando.
Temo al olvido.
Ven y corramos por el bosque
sintamos la espuma del mar con los pies descalzos.
Olvidemos todo y nademos juntos.
Quiero sentir la energía de tus manos rozando mis dedos.
absorver tu respiración, innundándome de ti.
Permíteme posar mi rostro en tu torso, para sentir tu calor.
Calentar los pies bajo las sábanas.
Uniendo piel con piel, labio con labio.
Mírame como lo hacías años antes, con tus ojos brillando.
Pronuncia mi nombre, grítalo.
Ayúdame a entenderte, guíame en tu camino.
Quiero acompañarte, aprender, avanzar juntos y crecer.
Tómame con fuerza, bébeme, no me sueltes.
Respírame.
Víveme.
No prometo olvidar los malos momentos.
Pero si superar. déjame sanarte, comprender.
Quiero caminar contigo, mientras te miro desde aquí abajo.
Sé mi metáfora. Quiero ser tu historia.
Tu presente.
¿Me quieres olvidar? 
Dímelo y ya.
Pero piensa bien antes de hablar...
Es ahora o nunca. 
Nuestro momento, nuestro presente. Sin mirar atrás.